martes, 15 de septiembre de 2009

Neil Tyson talks about UFOs and the argument from ignorance.

en inglés muy MUY claro... "el argumento de la ignorancia"

viernes, 4 de septiembre de 2009

Inventar el libro



Juan Villoro
4 Sep. 09

¿Qué tan novedoso debe ser un invento? La importancia de un producto suele depender de su capacidad de sustituir a otro. La tecnología necesita contrastes; sus aportaciones se miden en relación con lo que había antes. El inventor es el hombre que llega después.

Lo nuevo existe en serie: es la última parte de una secuencia, requiere de algo que lo anteceda. Esto lleva a una pregunta: ¿podemos inventar hacia atrás? ¿Qué pasa si le asignamos otro orden a la historia de la técnica?

Imaginemos una sociedad con escritura y alta tecnología, pero sin imprenta. Un mundo donde se lee en pantallas y se dispone de muy diversos soportes electrónicos. Abundan los receptores de textos e incluso se han diseñado pastillas con resúmenes de libros y métodos hipnóticos para absorber documentos. Esa civilización ha transitado de la escritura en arcilla a los procesadores de palabras sin pasar por el papel impreso. ¿Qué sucedería si ahí se inventara el libro? Sería visto como una superación de la computadora, no sólo por el prestigio de lo nuevo, sino por los asombros que provocaría su llegada.

Los irrenunciables beneficios de la computación no se verían amenazados por el nuevo producto, pero la gente, tan veleidosa y afecta a comparar peras con manzanas, celebraría la ultramodernidad del libro.

Después de años ante las pantallas, se dispondría de un objeto que se abre al modo de una ventana o una puerta. Un aparato para entrar en él.

Por primera vez el conocimiento se asociaría con el tacto y con la ley de gravedad. El invento aportaría las inauditas sensaciones de lo que sólo funciona mientras se sopesa y acaricia. La lectura se transformaría en una experiencia física. Con el papel en las manos, el lector advertiría que las palabras pesan y que pueden hacerlo de distintos modos.

La condición portátil del libro cambiaría las costumbres. Habría lectores en los autobuses y en el metro, a los que se les pasaría la parada por ir absortos en las páginas (así descubrirían que no hay medio de transporte más poderoso que un libro).

La variedad de ediciones fomentaría el coleccionismo; los pretenciosos podrían encuadernar volúmenes que no han leído y los cazadores de rarezas podrían buscar títulos esquivos y acaso inexistentes. Sólo los tradicionalistas extrañarían la primitiva edad en que se leía en pantalla.

En su variante de bolsillo, el libro entraría en la ropa y sería llevado a todas partes. Esta ubicuidad fomentaría prácticas escatológicas en las que no nos detendremos. Baste decir que acompañaría a quienes necesitaran de distracción para ir al baño.

Las más curiosas consecuencias del invento tardarían algún tiempo en advertirse. Una de ellas está al margen de la ciencia y la comprobación empírica, pero sin duda existe. El libro se mueve solo. Lo dejas en el escritorio y aparece en el buró; lo colocas en la repisa de los poetas románticos y emerge en un coloquio de helenistas. Las bibliotecas no conocen el sosiego.

El hecho de que incluso los tomos pesados se desplacen sin ser vistos representaría un misterio menor, como el de los calcetines a los que se les pierde un par en el camino a la azotea, si no fuera porque los libros se mueven por una causa: buscan a sus lectores o se apartan de ellos. Hay que merecerlos. El password de un libro es el deseo de adentrarse en él.

Las pantallas son magníficas, pero les somos indiferentes. En cambio, los libros nos eligen o repudian.

Otras virtudes serían menos esotéricas. ¡Qué descanso disponer de una tecnología definitiva! El sistema operativo de un libro no debe ser actualizado. Su tipografía es constante. Eso sí: su mensaje cambia con el tiempo y se presta a nuevas interpretaciones.

Para quienes vivimos en tristes ciudades en las que se va la luz, el libro representa un motor de búsqueda que no requiere de pilas ni electricidad.

Qué alegrías aportaría el inesperado invento del libro en una comunidad electrónica. Después de décadas de entender el conocimiento como un acervo interconectado, un sistema de redes, se descubriría la individualidad. Cada libro contiene a una persona. No se trata de un soporte indiferenciado, un depósito donde se pueden borrar o agregar textos, sino de un espacio irrepetible. Llevarse un libro de vacaciones significaría empacar a un sueco intenso o a una ceremoniosa japonesa.

Con el advenimiento del libro, la gente se singularizaría de diversos modos. Esto tendría que ver con los plurales contenidos y la manera de leerlos, pero también con el diseño. Los fetichistas podrían satisfacer anhelos que desconocían.

¿Hasta dónde podemos apropiarnos de un artefacto? El libro es el único aparato que se inventó para ser dedicado, ya sea por los autores o por quienes lo regalan. Qué extraño sería instalar un programa de Word dedicado con cariño a la esposa de Bill Gates. En cambio, el libro llegó para ser firmado y para escribir un deseo en la primera página.

Las novedades deslumbran a la gente. El libro ya cambió al mundo. Si se inventara hoy, sería mejor.

martes, 1 de septiembre de 2009

70 aniversario de la II Guerra Mundial

Me acabo de tropezar con una fecha. Hoy se cumplen 70 años del incio (oficial) de la II Guerra Mundial, catástrofe que costó 50 millones de vidas y que cambió la época que nos ha tocado vivir.
Me asusta pensar que, quienes tenían 10 años en ese entonces, tienen ahora 80. La memoria de quienes vivieron el horror, ya sea directa o indirectamente, está a punto de desaparecer.
Nos quedará solamente la memoria histórica, tan despreciada por las nuevas generaciones, en las que parecen prevalecer un localismo y un presentimo ramplones de "aquí y ahora".
Saludos.
Javier

jueves, 27 de agosto de 2009

martes, 18 de agosto de 2009

Old Hippie - Bellamy Brothers

ahhh como pasa el tiempo...

Ismael Serrano - Papa cuentame otra vez

por los que están aquí, para los ausentes... para todos ustedes... y nosotros...

martes, 21 de julio de 2009

comunicadores temibles

Hay pocos animales más temibles que un hombre comunicativo que no tiene nada que comunicar.

Charles Augustine Saint-Breve

jueves, 28 de mayo de 2009

Paco Prieto




Ayer tuvimos a Paco en la oficina, para hablarnos de Comunicación y Literatura. El Paco que conocemos y apreciamos, el de siempre, pero con contenidos puestos al día. Un par de horas de lo más interesante y agradable.

lunes, 18 de mayo de 2009

Smatphone: Crónica de una compra por un usuario desconectado

Tengo que confesarlo. Cuando era joven, feliz e indocumentado, que diría Gabriel García Márquez, andaba por el mundo sin reloj. No me hacía falta. La mayor parte de las veces no me importaba; y cuando no era así, me bastaba con pedir la hora.

Ahora uso un reloj de pulsera y voy por la vida con un celular que mantengo apagado siempre que puedo. Y no es que no piense que se trata de un aparatito útil. Lo es y mucho. Gracias a él mis hijos (jóvenes, felices e indocumentados) pueden decirnos dónde andan y cuándo regresarán a casa. No, sino me quejo.

También sirve en el trabajo. Cuando estoy atrapado en el tráfico de la ciudad de México (o sea siempre que estoy en el tráfico), el celular me permite avisar a mi asistente para que ella, a su vez, avise a la persona que voy a ver que estoy retrasado (o viceversa). De hecho, más de una vez me ha servido para enterarme que se suspendió la cita cuando estoy a medio camino. No, sino me quejo.

Pero no me gusta que los clientes me llamen, por lo que rara vez doy mi número. No me gusta estar disponible para aquellas personas que, porque siempre están disponibles, consideran una afrenta personal que uno no esté las 24 horas localizable.

Tampoco me gustan las personas que interrumpen la plática o la junta para tomar llamadas como si uno no estuviera ahí…

Me disgustan profundamente los siempre conectados que, mientras uno habla, checan su celular o mandan mensajes de quien sabe qué a quien sabe quién. Lo veo como una muestra más de la incapacidad creciente de comunicación del hombre y mujer modernos.

También pienso que tanta conectividad es mala para el trabajo. He tenido juntas telefónicas con personas que van caminando por la calle rumbo a otra junta, que no piensan lo que dicen, no escuchan lo que oyen, y no se acuerdan de lo acordado.

Entonces, ¿qué hago escribiendo de las bondades de un smartphone? Bueno, déjenme explicarles. Un colega me pidió un artículo sobre estos aparatos más o menos inteligentes precisamente porque soy un abogado del diablo en estado natural. Y qué se le va a hacer. La amistad pesa y, además, la paga es buena.

El horror de estar siempre conectado
Así que puse manos a la obra y empecé a investigar. Lo primero que descubrí y que seguramente todo mundo sabe, es que los smartphones van más allá de ofrecer servicios de voz, calendarios y juegos.

Estos aparatos, me dicen los expertos, permiten tomar fotos y video, sincronizar e.mails y navegar en Internet. Los hay, incluso, con teclado especial que facilita la transmisión de mensajes de texto (que nunca he aprendido a enviar en mi viejo Nokia), así como la creación de correos, lo que me resulta atractivo.

¡Hay de mí! Cuando comenzaba a entusiasmarme uno de esos fanáticos usuarios —que se dedica a escribir de tecnologías de la información, y a quien le he visto comprar una inmensa cantidad de juguetes, la mayoría de los cuales sufren su abandono en cuanto aparece la siguiente novedad— me dice entusiasmado: “vamos anímate, vas a ver lo padrísimo que es estar las 24 horas conectado los 365 días del año”.

Sufrí un shock imaginándome un ser omnipresente, que siempre está ahí para lo que guste su merced.

Otro amigo, más mesurado, intercedió por mí. “Lo estás asustando”, dijo comprensivo, aunque un tanto condescendiente. Luego habló de algo que ya me pareció más interesante: “Vas a ver lo maravilloso que resulta que en un mismo aparatito tomes llamadas, recibas tus correos personales y de negocios, manejes tu lista de contactos y agenda.
“Bueno, aunque no quisiera, tengo que reconocer que eso sería bueno para la chamba (trabajo)”, dije ya un tanto convencido.

Docenas de aplicaciones ¿útiles?
Esto bastó para que mis amigos me abrumaran con más y más usos. “Hay montones de aplicaciones y herramientas de productividad como lectores de archivos PDF y hojas de cálculo Excel”, me dijeron y yo traté de imaginarme, sin lograrlo, revisando los estados financieros de la agencia en mi celular o viendo los originales electrónicos de una revista en la pantallita.

Pero no pararon ahí su ataque: “Puedes tomar y recibir fotos y video, tener juegos 3D y escuchar música”, dijeron henchidos de orgullo tecnológico.

“Bueno –pensé--, esto último no suena mal”. Y entonces me oí decir algo que nunca imaginé que sucedería:--Está bien, me convencieron, le entro. ¿Cuál compro?

Tras un largo silencio que me hizo sentir como el estudiante que dijo una gran tontería en clase, uno de ellos me advirtió:

--No mi estimado, la cosa no es tan fácil. Primero tienes que decidir de qué tipo lo quieres: BlackBerry, Microsoft Windows Mobile for Smartphone, Palm OS o Symbian.

Mi cara debió de haber sido un poema.

--¿Cuál es la diferencia? –pregunté tartamudeando. Y me explicaron…

Esto es un resumen de lo que me acuerdo que me dijeron orgullosos de su conocimiento técnico.

¿Invertir o gastar?
Los BlackBerry (porque hay varios, me advirtieron) son ideales para quienes quieren estar al día en todo lo que se refiere a correo electrónico, porque facilitan su envío y recepción, pero tienen pocas aplicaciones desarrolladas para sacarle todo el jugo al sistema.

Los Microsoft o Windows Smartphones facilitan la sincronización con la PC y cuentan con una aplicación muy similar al Outlook.

Los Palm OS son los más fáciles de manejar. Resultan ideales para administrar la información personal, hay cientos de aplicaciones disponibles y cuentan con el respaldo que da la experiencia de muchos años de estar en los PDA.

Por último están los Symbian, muy populares en Estados Unidos y Europa. Entre sus ventajas destacan que utilizan menos memoria y energía de la batería que los Windows Smartphones.

Terminada la lección, me aventuré a decir que, dado que lo que más me interesaba era el correo electrónico, me inclinaba por un BlackBerry. Aquí se dividieron las opiniones y la asesoría terminó en una amarga discusión entre mis amigos. Por lo que decidí que lo mejor sería hacer mutis e ir, yo solito y con esta información a cuestas, a comprar uno de estos teléfonos inteligentes. Ellos, me parece, siguen discutiendo…

Tras mirar unos y otros, cuyo proceso me llevó algunas tardes, seguí la recomendación de un socio enamorado de su Blackberry. “Para lo que lo quieres es lo mejor” me dijo. “Pero fíjate que tenga teclado Qwerty, porque es más fácil de usar y tu eres muy torpe”, añadió con un tono burlón, al que ya estoy acostumbrado porque soy famoso por mi incapacidad para cambiar un foco.

Y entonces fui y compré el BlackBerry 8300, un lindo aparato que cabe en mi bolsa, de color mercurio y bordes redondeados. Este aparato es el más pequeño y ligero del mercado, según me dijeron; cuenta con teclado Qwerty que, efectivamente, es fácil de usar aún para un manazas como yo; e incorpora numerosas funciones, como cámara 2.0 MP, reproductor multimedia, memoria ampliable, marcación por voz, mapas y navegación por trackball (que la verdad no sé qué significa).

Pero lo mejor es que mi smartphone tiene correo electrónico, mensajes de texto (más fáciles de escribir con este teclado), mensajería instantánea, explorador Web y ¡hasta teléfono!

Además incluye agenda, bluetooth, calculadora, calendario, chat móvil, convertidor de divisas y no sé cuantas cosas más que mi hijo descubrió cuando se lo mostré y que prometió enseñarme a usar…cuando tenga tiempo. Él, no yo, por supuesto. Ya les contaré si no es que antes de que eso suceda ya compré un 3G.

miércoles, 25 de marzo de 2009

lunes, 23 de febrero de 2009

jueves, 12 de febrero de 2009

miércoles, 4 de febrero de 2009

miércoles, 28 de enero de 2009

LEE



lunes, 26 de enero de 2009

Intro to the Semantic Web

que me entienda mi compu... soñar.. ¿o no?

publicidad, antes y ahora

latinajos


licuit semperque licebit, signatum praesente nota producere nomen

Siempre estuvo permitido y siempre lo estará crear palabras con la nota del momento actual. Palabras con las que Horacio defiende la creación de neologismos.

domingo, 25 de enero de 2009

soy una "fácil"

El viernes por la tarde, pasando el filo del mediodía, recibí una llamada a mi cel.
-¿Donde estás?
la voz cálida de Salvador.. y yo, que estaba llegando al depa de Polanco... pues eso dije.

-Vente para acá, estamos comiendo Lolis, Javier...
-ajá, claro, pero "acá" ¿donde es?
-a dos cuadras de tu casa...
- pero yo me voy a Cancún al ratito..
- nahhh, te dá tiempo

Y sí, me dió tiempo de un par de tequilas, de un rato de agradable compañía y de retomar planes y conocer a Maripepa a la que sólo conocía por oídas. Ponerle cara a alguien siempre es padre.
Defiitivamente.. soy una "fácil" me dicen sapo y brinco ;)
Así que ya saben, amí nomás háblenme (8)


Y sólo nos faltaron las fotos...

mas... de saxofunny sound production company

Saxsofunny Sound Production Company: TypewriterSaxsofunny Sound Production Company: Fire

cada imagen tiene un sonido

Y miren estos carteles :D
Saxsofunny Sound Production Company: Thunder

me lo traje de http:adsoftheworld.com

jueves, 22 de enero de 2009

miércoles, 21 de enero de 2009

YouTube - LO JACK

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